Mientras escribía mi tesis en medio de la pandemia de COVID 19 escuchaba en el noticiero de Uruguay que habían nuevos casos en “Hogares de ancianos”, 200 de estos se encontraban en irregularidad y 100 más ni siquiera se encontraban registrados como tales, esta información llega más que oportunamente para preguntarnos como sociedad꞉ ¿hasta cuándo vamos a validar la indignidad y la dependencia, la vulnerabilidad de nuestros adultos mayores? Hoy, en 2024 la situación de vulnerabilidad del adulto mayor va camino al cambio pero sabemos que tiene mucho por recorrer.
Existen otros colectivos que han encontrado escucha a sus reclamos como la lucha de las mujeres por la inclusión, la violencia de género, doméstica y la diversidad sexual.
No obstante observo a diario la invisibilidad misma, sin edad, raza, género u origen, sin rostro muchas veces. Estas personas a diario duermen y sobreviven en la calle, este número ha aumentado alarmantemente y si bien colaborar con comida, abrigo, agua, escucha es bueno, sabemos que no es más que una ayuda momentánea. No es en vano humanizar de forma individual pero necesitamos que sea colectivo.
Entre “ellos y nosotros” existe una delgada línea que no tiene una única causa pero el volverlo “ajeno” asusta menos. Muchos padecen enfermedades orgánicas y/o mentales y en su conjunto este “paisaje” se vuelve nuestro “medio ambiente” uno “contaminado” por mucha negligencia, impotencia y anulación.

Humanizar debe ser un concepto extendido a todos, no le pertenece a la salud orgánica y/o mental, no solamente al paciente sino también a quien cuida al que cuida, no a un área de conocimiento sino a todas y no solamente a cada uno de nosotros sino a todos en todos los ámbitos de nuestra vida.
“Entre ellos y nosotros…”

Mirando a nuestro alrededor nos encontramos con las causas de la deshumanización, estas son algunas:
♥ Ver a la persona como un objeto (el trato con el otro es frío, distante e impersonal, existiendo permanentemente falta de información y por ende escasa o nula participación en los procesos de los que son parte).
♥ Existencia de una relación humana de tipo funcional (encontrándose juegos de poder entre personas, relación paternalista y en ocasiones manipuladoras).
♥ La marginación notoria de grupos de personas vulnerables (enfermos mentales, enfermos terminales, crónicos, grandes dependientes como las personas con bajos recursos socioeconómicos e incluso ambientales).
♥ La explotación que buscan imponer leyes de política prioritariamente económica y empresarial.
Se ha asociado con la deshumanización al progreso tecnológico y a la despersonalización. Existe el peligro de contraponer técnica y humanización, sin embargo, la técnica puede ser un medio para humanizar, siempre y cuando sea bien utilizada; no debemos olvidar que quien deshumaniza no es la técnica sino quienes están a su alrededor: el ser humano es quien deshumaniza.
Nuestro mundo está deshumanizado en general, más allá del ámbito de la salud, en nuestras casas, en nuestras relaciones familiares, en el fin y comienzo de la vida de una persona, continuamos viviendo con un concepto utilitario de nosotros mismos, marginando nuestra emocionalidad. En el ámbito de la salud deshumanizamos cada vez que nos olvidamos que la asistencia que se está procurando es a una persona que se encuentra en un momento de debilidad, fragilidad no sólo orgánica, sino muchas veces mental, emocional, económica, ambiental y social.

Nuestra respuesta no puede basarse simplemente en una intervención técnica, por mejor y apropiada que sea. La burocratización, la masificación, los recursos gestionados a nivel autonómico, la lucha de poderes perjudica el ejercicio de cuidar, la igualdad al acceso de los recursos y la calidad de los mismos.
Estos servicios dirigidos a las personas, masificados, invadidos por una dinámica a toda vista despersonalizadora es la que reduce al ser humano a un simple objeto, cosificándolo, perdiendo así su identidad personal. La responsabilidad individual en muchas ocasiones queda reducida a un: “no es mi problema”, “no me pagan para esto”, “mi turno terminó”, quedando la persona en una situación de suma fragilidad.
Dentro del proceso de deshumanización también influyen los mecanismos psicológicos, debemos tener en cuenta que un verdadero proceso de humanización deberá considerar la organización del trabajo y el tratamiento interdisciplinar de los problemas de la personas, en especial cuando estén enfermos, deberán tenerse presentes los conflictos éticos emergentes tanto de la gestión de los recursos como en el contacto directo con los usuarios del sistema.
No olvidemos que el sistema sanitario es parte y reflejo de nuestra sociedad toda. Dentro de una organización sanitaria nos encontramos en más de una oportunidad deshumanización en sus propios empleados, al igual que el paciente que se siente no cuidado ni respaldado, reflejándose este pesar en el trato directo e indirecto con otros empleados y usuarios.

Corresponde pensar entonces que es un círculo de deshumanización el que se debe romper por medio de la toma de conciencia del malestar que genera. Cuidar al cuidador mediante un salario justo y digno, un trato adecuado, motivación, formación, son fundamentales para contar con una “higiene laboral” que los humanice también.
La humanización, en lo profundo también afecta al ámbito de la cultura, porque respeta la vida, integra el dolor, promueve estilos de vida sanos por medio de la educación en salud y en valores, reconociendo así la dignidad como parte constitutiva de cada persona.
Muchos profesionales se capacitan en función del nicho económico perdiendo de vista que humanizar implica el cuidar al que lo necesita con responsabilidad, promover la igualdad de oportunidades compensando las desigualdades.
La vocación se transforma en una palabra sin sentido que compite y pierde contra la palabra carrera. Paciente, cliente no es lo mismo que persona, el tratamiento adecuado entonces es aquel que haga crecer a ese profesional en conocimiento y como ser humano.
Humanizar la intervención social apunta a incidir en el diseño y en el desarrollo de programas orientados a las necesidades materiales no cubiertas de las personas, en la salud de las relaciones, de los valores, de los sentimientos como la frustración, la pérdida, la autopercepción, parte de su diario vivir.
La persona debe ser cuidada con un tratamiento integral, en donde cada uno y todos los actores de salud que participan del tratamiento se encuentren implicados entre ellos y con el otro por medio de empatía. Es éste el espíritu de Salud Integrativa (SI), el objetivo, la misión y la visión, un tratamiento humanizado en conjunto con otro, un nosotros que incluye salud mental, orgánica y ambiental (entre otras). Trabajar con una intervención que apunta al ámbito de la inteligencia emocional, acompañando al otro no sólo con sus necesidades sino con sus posibilidades.

Extracto de Tesis ″ Alzheimer y vejez, una mirada desde la prevención de los factores de riesgo″, Lic. Nora Cassamagnaghi. Maestría en Neuropsicología Clínica (Universidad de León, España) ,2020.
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