¿Existe una relación entre cambio climático y salud mental?
Partiendo de la idea de que el conocimiento es poder y hoy día nos encontramos ante un bombardeo de información, organicé algunas ideas por medio de preguntas para trabajar en prevención y conocer la relación real que existe entre la salud mental y el cambio climático.
Si, desde nuestros orígenes que se remontan a África, los seres humanos se han adaptado al cambio ambiental o han sido víctimas de él desde la prehistoria. Lo que nos permitió hacerlo fue la inmensa diversidad de conocimientos que fuimos construyendo y hoy es una de las mayores fortalezas.
Desde el año 2000 se introduce la teoría del antropocentro, en la que la influencia humana domina la naturaleza, plantea que debemos tener una vida digna, pero protegiendo los ecosistemas. Los efectos del cambio empezaron a acentuarse a partir de la revolución industrial, no se trata de escases de recursos sino de exceso de expectativas por eso nuestro desarrollo tiene que encajar dentro de límites y regularlos, de lo contrario trabajaremos para nuestra aniquilación.
La gravedad del cambio ambiental global puede subestimarse fácilmente porque muchas personas experimentan sus consecuencias de modo individual, además las causas y consecuencias del cambio ambiental global están separadas en el tiempo y en el espacio dificultando el aprendizaje que vincula causa con efecto. Cuando el comportamiento ambiental se hace habitual la percepción y la motivación del comportamiento mejoran.
¿Qué eventos climáticos inciden en la salud mental y cuáles con sus consecuencias?
Estos eventos pueden clasificarse como extremos, temporales de larga duración o cambios permanentes a corto plazo.
Extremos son huracanes, tifones, inundaciones, incendios, generando TEPT, depresión, ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastornos de sueño, crisis de identidad provocada por la pérdida del lugar y el duelo que puede durar meses o años.
Temporales de larga duración son sequias, olas de calor, generando aumento de estrés, depresión y ansiedad, a mayores consecuencias mayores riesgos como el suicidio e internaciones psiquiátricas.
Cambios permanentes a largo plazo son temperaturas altas, aumento del nivel del mar, entorno físico inhabitable.
Las consecuencias psicológicas van desde ansiedad, depresión, TEPT, trastornos del estado del ánimo, suicidio. Las consecuencias a nivel orgánico se asocian a obesidad, enfermedades respiratorias, cardiacas, trastorno de déficit de atención, trastornos de sueño, trastorno del ritmo circadiano e hipovitaminosis D.
¿Existen consecuencias que afecten a gran escala la salud?
Si, dada la urgencia de la situación la OMS hizo un llamamiento urgente a tomar medidas contra el cambio climático no por las repercusiones en el futuro, sino ahora mismo, en la salud. La crisis climática es una crisis sanitaria, que puede aumentar las tasas de enfermedades no transmisibles y amenazar con desbordar nuestro personal e infraestructura sanitarios, pudiendo quebrar décadas de mejoras en la salud mundial y el compromiso colectivo de garantizar el derecho humano a la salud para todos. Por eso se necesitan sistemas sanitarios “resilientes” que puedan garantizar una atención sanitaria óptima en un panorama en constante evolución.
¿Qué son los trastornos por déficit de la naturaleza?
Son un síntoma del estilo de vida actual, estamos cada vez más conectados con la tecnología moderna y más desconectados de la naturaleza, cuando erróneamente nos disociamos de ella y la vemos como algo distinto de nosotros, corremos el peligro de pensar que podemos prescindir de ella, cosa que desde ya no es cierta, ni sana y hasta puede llevarnos a perder la identidad como seres humanos. La naturaleza aporta todos los nutrientes que forman y permiten que los seres humanos puedan desenvolverse, tanto a nivel corporal como mental y espiritual. Cada vez más gente tiene un desorden por déficit de naturaleza o TDN.
Aunque muchos de estos trastornos no son reconocidos como una condición médica si cuentan con síntomas que los identifican.
¿Cuáles son los trastornos por déficit de la naturaleza?
La falta de vitamina N, la Solastalgia, la Topofilia, el Trastorno Afectivo Estacional y la Ecoansiedad.
¿Qué es la vitamina N y cómo la obtenemos?
La falta de vitamina N, mejor conocida como vitamina naturaleza, no solo nos devuelve a nuestras raíces como seres humanos, sino que llena de energía, estabiliza, permite liberar tensiones, sacar el estrés y mantener la salud.
El bienestar que se genera contrarresta los efectos negativos que tienen sobre nosotros las grandes ciudades, la contaminación visual, sonora, la sobreestimulación de nuestro cerebro lleva a una aceleración permanente, con biorritmos alterados producto de haber pasado de hábitos marcados por la luz del sol (día y noche) a los hábitos marcados por las agujas del reloj o de las pantallas, provocando alteraciones del sueño y hormonales que conllevan estados de ánimo fluctuantes, muchas veces ligados a la depresión o ansiedad.
Estudios evalúan el efecto del vínculo de las personas al pasar tiempo con la naturaleza y tiene un efecto positivo sobre la reducción de los niveles de las hormonas del estrés, mejora la calidad de vida, así como de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, la diabetes, cáncer, enfermedades autoinmunes, demencias como Alzheimer, frena el deterioro cognitivo y fortalece la salud mental.
El entorno tiene mucho que ver con el bienestar, no solo a nivel personal sino con el vínculo con los demás, somos seres sociales y ellos también son una vitamina fundamental para nuestro bienestar.
La carencia de esta vitamina N se soluciona con la inmersión en la naturaleza, pasar tiempo en ella, no es necesario viajar, en las grandes ciudades estar en contacto con espacio verdes o azules o ver verde desde una ventana, visitar un parque o una plaza o tener plantas en casa son cosas que incrementan el bienestar por representar un vínculo con la naturaleza, aunque sea simple y parezca pequeño.
La reconexión con la naturaleza debe ser al menos de 120 minutos semanales, el riego, el mover tierra activa hormonas como le endorfina, la serotonina y la dopamina que tienen que ver con la felicidad y la alegría. La exposición responsable al sol de 20 minutos diarios estimula la producción de vitamina D en la piel, esencial para la salud ósea, previene la osteoporosis, fortalece nuestro sistema inmune y cardiovascular.
Rutinas saludables son repensar las costumbres alimentarias y tratar de consumir alimentos más naturales y menos procesados, limitar el uso de dispositivos tecnológicos en ejemplo es no usar pantalla cuando estamos en familia para potenciar la comunicación y realizar actividades al aire libre.
¿Qué es la Solastalgia?
Es un trastorno que padecen los damnificados por desastres naturales y se define como el conjunto de trastornos psicológicos que se producen en una población nativa tras cambios destructivos en su territorio ya sean consecuencia de actividades humanas o del clima. Sus consecuencias más comunes son el TEPT, ansiedad y depresión.
¿Qué es la Topofilia?
Este trastorno está relacionado con nuestra capacidad de resiliencia, sería el lado positivo de la Solastalgia. Nuestro entorno también puede inducir una mejora, si podemos aceptar que el amor por un paisaje o un lugar puede ser una emoción poderosa entonces la experiencia de desolación crónica de ese paisaje o lugar es igualmente fuerte y puede contrarrestarse.
¿Qué es el Trastorno Afectivo Estacional TAE?
Antes es importante destacar que post pandemia, entre el 5% al 10% de la población mundial padece trastornos depresivos. Dentro de este porcentaje, hay algunos casos que son estacionales. El encierro y el aislamiento potencian las adicciones y el consumo.
Existe una depresión específica relacionada a los cambios de estación, ese es el Trastorno Afectivo Estacional TAE, los síntomas comienzan en otoño y continúan durante los meses de invierno; se observa menor energía y cambios en los estados de ánimo. Estos pueden incluir sentirse apático, triste o decaído gran parte del día, casi todos los días; perder el interés en actividades que la persona solía disfrutar; tener poca energía y sentirse aletargado. También dormir demasiado, sentir antojos por consumir carbohidratos, comer en exceso y subir de peso; puede sumarse la dificultad para concentrarse y hasta sentirse desesperanzado, inútil o tener sentimientos de culpa. Si bien, la neuropsicóloga considera que se desconoce la causa específica del trastorno afectivo estacional, asegura que hay algunos factores que podrían explicarlo.
Por ejemplo, la reducción de los niveles de luz solar en otoño e invierno puede alterar el reloj interno del cuerpo y provocar una sensación de depresión. Como consecuencia se produce también la caída de la serotonina, un neurotransmisor que afecta el estado de ánimo. Por último, el cambio de estación puede incidir en los niveles de melatonina en el cuerpo, que es una sustancia que interviene en los patrones de sueño y en el estado anímico.
Para contrarrestar estos síntomas Sol y ejercicio, los grandes aliados, se recomienda salir de casa y buscar momentos de exposición a la luz solar, seguir adelante con las actividades físicas; si una persona realizaba ejercicio al aire libre puede modificar el horario para aprovechar las horas de temperatura más elevada o buscar realizarlo en un lugar cerrado como un club o un gimnasio; una buena higiene del sueño es clave, intentando acostarse temprano para poder aprovechar mejor el día. El mantener buenos vínculos, compartir momentos con familia y amigos también nos permite poder sobrellevar mejor esta etapa.
¿Qué es la Ecoansiedad?
La ecoansiedad no está considerada una enfermedad, al menos por ahora, pero la preocupación elevada por la emergencia climática que vivimos sí puede derivar en trastornos psicológicos. La American Psychology Association (APA) describe la ecoansiedad como “el temor crónico a sufrir un cataclismo ambiental que se produce al observar el impacto aparentemente irrevocable del cambio climático y la preocupación asociada por el futuro de uno mismo y de las próximas generaciones”.
La ecoansiedad no afecta a todo el mundo por igual. De hecho, suele calar más en aquellos más concienciados con la protección del medioambiente. Entre los síntomas, podemos enumerar los siguientes: cuadros ligeros de ansiedad, estrés, alteraciones del sueño, nerviosismo, etc. En los casos más graves, la ecoansiedad puede provocar sensación de ahogo o, incluso, depresión. Entre este último grupo, es bastante común que las personas expresen un fuerte sentimiento de culpa por la situación del planeta, que puede agravarse, en el caso de tener hijos, al pensar en su futuro.
Los efectos de la ecoansiedad pueden minimizarse como cualquier otro trastorno relacionado con la ansiedad, es decir, buscando la parte positiva ante cualquier circunstancia, trabajando la regulación emocional ante los propios impulsos, desarrollando la resiliencia para afrontar las adversidades, etc. Otro factor clave, al menos para reducir el sentimiento de culpa, es poner nuestro granito de arena a la hora de cuidar el planeta, fomentando un estilo de vida sostenible tanto en nosotros como en los demás. A continuación, algunos consejos.
* Conocer al enemigo es fundamental y ahí entra en escena la educación contra el cambio climático. Tomar conciencia individual y colectivamente.
* Apuesta por un consumo responsable y por el reciclaje para salvaguardar lo máximo posible el medio ambiente. Reduce, también, el consumo de plásticos.
* Realiza actividades sostenibles, como montar un huerto urbano, salir a correr y recoger plásticos del suelo.
* Apuesta por la movilidad sostenible y por la alimentación sostenible. Tu salud y la del planeta lo agradecerán.
* Evita las pequeñas acciones que contaminan, como dejar el grifo abierto o tirar un chicle al suelo, porque hasta el más mínimo detalle importa.
Una noticia positiva al respecto de la lucha contra la ecoansiedad es que los problemas del clima están provocando un cambio de conciencia acerca de la necesidad de cuidar el planeta en buena parte de la población. Según un estudio realizado por la empresa de tendencias globales el 90 % de los encuestados a nivel mundial dijo que pensar en la crisis climática le hacía sentir incomodidad respecto su futuro, algo que, sobre todo en el caso de los más jóvenes, se transforma en un activismo ecológico que hace pensar en un futuro más próspero para el planeta.
Finalmente decir que las ideas transforman al mundo, pero estas deben ser acompañadas de acciones, debemos de dejar de ser reaccionarios y ser preventivos ante acontecimientos que suceden en nuestro país, porque el cambio climático es una realidad.
Es hora de hacernos responsables y ser protagonistas del cambio.
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